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Readaptación

Se trata de la fase final del proceso de rehabilitación; Una vez el fisioterapeuta ha restablecido la normalidad en los tejidos lesionados (por ejemplo un músculo o ligamento…), el readaptador se encarga de que esos músculos o ligamentos sean capaces de realizar las actividades que la persona lesionada hace en su día a día sin ningún tipo de dolor, tratando siempre que el riesgo de sufrir una recaída sea el mínimo. Es decir, se realiza un entrenamiento programado en función de la lesión, en el que se busca una transferencia hacia la práctica deportiva o laboral de la persona lesionada.

Una limitación añadida a la hora de padecer una lesión es cómo afecta ésta al resto del cuerpo. Es fácil entender que si una persona cojea de una pierna por lesión, termina sobrecargando la otra pierna por sobreuso, verdad? Generalmente, así pasa con cualquier tipo de lesión, terminan usándose y sobrecargándose otras partes del cuerpo diferentes a la lesionada por un reflejo de protección sobre ésta. En este caso, el  readaptador también se encarga de mantener en un estado óptimo dichas estructuras que pudieran verse afectadas de manera secundaria, asegurando así que la persona lesionada siga teniendo la misma o mejor condición física previa a la lesión (estabilidad del core, velocidad, coordinación, resistencia cardiovascular…). Esto es; en el proceso de la readaptación se emplea el ejercicio terapéutico como base para lograr un equilibrio musculoesquelético que se pierde cuando unas estructuras trabajan en exceso y otras trabajan menos de lo habitual.

La readaptación normalmente es asociada a un proceso de rehabilitación en el ámbito deportivo (lesión de ligamento cruzado anterior de un jugador de baloncesto  por ejemplo), pero también es una gran aliada en cualquier otro ámbito, puesto que se centra en recuperar a la persona de manera global para que la lesión no tenga ningún efecto sobre ésta el día de mañana.

De este modo, en un pintor que tenga lesionado su hombro dominante, el readaptador creará un programa de ejercicio terapéutico dirigido a conseguir realizar su gesto laboral (en este caso reproducir el gesto del pintor a la hora de trabajar) sin ningún tipo de dolor, gestionándolo de tal forma y siguiendo las pautas necesarias para tratar de evitar recaídas posteriores.